domingo, 15 de febrero de 2009

Mi actitud hacia el juicio

El juzgar es inherente a la mente humana. Entendamos juicio como lo que dictamina la actitud con la cual nos enfrentamos a lo que nos rodea. No obstante, el juicio es personal, y no debería ser impuesto. Si yo intento imponer mi juicio demostraré mi falta de reflexión.
Los juicios se intentan pasar de generación en generación, y los juicios que me han intentado heredar no los entiendo bien, porque no sé cuáles fueron las causas por las cuales se llegaron a las conclusiones que los originaron. Los juicios que he heredado me confunden y cuando me enfrento a una situación que va en contra de los juicios heredados, no sé como actuar y puede que esto me haga recurrir a acciones irracionales y crueles.
He concluido que me veo mucho más a mí misma que a los demás, y creo firmemente que los demás también hacen lo mismo. Mi relación de los demás se reduce a la simple acción de identificar perfectamente a mis similares. Los similares con los que considero que comparto virtudes los recibo con mucha comodidad y les doy preferencia, mientras que a las personas que comparten mis defectos me suelen incomodar y me confunden. Por otro lado con los que no comparto ninguna similitud tienden a ser negados por mi conciencia y se vuelven invisibles a mis esquemas de realidad. O sea, no existen.
Cuando veo a los demás, me comparo y formulo juicios, pero también pienso e imagino los posibles juicios que los demás pueden estar ejerciendo en relación a mí. Esto normalmente me orillaría a tomar una posición defensiva hacia estos juicios.
Esta posición, dependiendo de los factores, puede ser tanto agresiva como sumisa: Mi posición sumisa añorará el poder de los que tienen la posición agresiva sobre mí, los admiraré y los adoptaré como mi complemento. En el fondo sabré que esta posición es cómoda, pero nunca la podré aceptar abiertamente como tal.
Cuando los factores me inclinen a adoptar la posición agresiva e impositiva, me impondré, pero siempre estaré siempre temerosa de ser derrocada de ésta posición cómoda, y alucinaré constantemente simulacros de posibles derrotas. Las evadiré a toda costa con acciones cada vez más agresivas, mermando poco a poco la confianza en la fortaleza de mi mente.
Cuando dudo si estoy equivocada en mi actitud, recurro a observar a los otros. Si llego a percibir que la otredad me intenta imponer su forma de ser, esto me confundirá; peor si soy más fuerte y estoy conciente de que hay otras formas de otredad, tengo la opción de no evadir la imposición. Sin embargo, si no concibo que el otro me está intentando imponer algo. Lo tomo sin pasarlo por filtros evaluadores. Ésta forma de pensar se impondrá como realidad absoluta dentro de la lógica con la cual me enfrento a la realidad. Estaré castrada mentalmente.
La castración, es una figuración de la censura mental, y creo que es el origen de todo crimen o enfermedad. La castración figurada puede ser social o mental. Generalmente es de origen social y se vuelve un problema mental.
Dentro de muchas personas, si no es que en todas, hay un criminal en potencia. La censura es el principal detonador de la potencia de lo criminal, es el catalizador de las acciones crueles. La censura es la negación concordada socialmente de lo bueno y lo malo.
El marcar diferencias metafísicas entre los conceptos generales del pensamiento humano tiene sólo la virtud de la clasificación y la esquematización. Gracias al fenómeno de la esquematización es posible el lenguaje en todas sus formas, sin embargo, se enturbia la noción natural de que todo es parte de una sola cosa.
Si no existiera el opuesto de un concepto, sería imposible y utópica la existencia de éste. El límite entre un concepto y su contrario es vertiginosamente diminuto, tanto que a mí me hace concluir que no existe.
La imposición de un juicio o criterio es el más puro símbolo de la crueldad. Si se me impone algo al pensamiento no lo procesaré bien ni lo entenderé porque desconoceré los inicios. Puesto que si no sé de dónde ni cómo nació, no llega a ser una actitud clara y mucho menos aprehensible. Si no es aprehensible no está dentro de mi estructura de pensamiento, por lo tanto no existe en mí en realidad.
Los medios de comunicación masiva han sido lo suficientemente hábiles al lucrar a través de la curiosidad humana. Al llegar a ser tan rentables, por ser medios enajenantes, se ha invertido mucho esfuerzo en la investigación del lenguaje y la comunicación. El conocimiento humano sobre cómo transmitir un mensaje se ha especializado de manera increíble. Los medios de comunicación son una herramienta tan versátil que ha influenciado de concebir la realidad en el mundo entero, en todos los ámbitos.
Los medios de comunicación, se ha convertido en el más poderoso medio de imposición de actitudes morales. Se ha alimentado de las respuestas del público y se ha expuesto a las sociedades modernas a una cantidad de información sin precedentes. Sin embargo, la exposición de los temas está mediada por los intereses monetarios y han encontrado sobremanera rentable la perversión y transgresión de la psique y el morbo humano, con temas que explotan la violencia en todas sus formas.
Soy víctima de mi contexto y este está completamente reinado por los medios masivos de comunicación que han expuesto constantemente lo atractivo del crimen, como el asesinato o la pedofilia, entre otras. Esta información bombardea mi imaginación viva y se incrementan las probabilidades de la noción de los fenómenos errantes y los débiles de mente los adoptamos o reconocemos nuestra identificación con esquemas de pensamiento amoral y somos vulnerables a caer en eso.
Cuando mis sentidos se enfrenten a experiencias que van en contra de mis juicios morales aprendidos. Mis pensamientos pondrán en un estado crítico a mis sentidos. Mi razón y mis sentidos dejarán de crearme una experiencia armónica o congruente. Me orillarán hacia una catarsis dentro de mi lógica de pensamiento. Me estresarán y esto, en un momento crítico puede transgredir un comportamiento congruente que era apropiado para mí anteriormente. Me empezaré a cuestionar el concepto de virtud y llegaré a la incredulidad de mi propia virtud, finalmente me aceptaré renuentemente a mí misma como una persona errante, y volveré a los otros mis adversarios.
Si los pensamientos sobre cometer un crimen llegan a presentarse dentro de mi esquema mental, la situación crítica anterior sólo llega a manifestarse en mí como una gran confusión que me perseguirá y mortificará constantemente.
Cuando me he esté concibiendo bastante errante mentalmente, me volveré cada vez más conciente de mi condición, y me volveré cada vez más ajena a mi antigua noción de virtud. Me volveré sofocantemente temerosa a las condiciones que podrían propiciar una acción amoral. Me convertiré en una persona que se concibe a sí misma débil de mente así iré debilitando mi mente en realidad.
Cuando mi mente se vuelva débil las acciones errantes predominarán y sodomizarán a mi mente, a mi razón y a mi posible virtud. Me colocaré a mi misma, renuentemente, dentro de la escoria social.
Gracias a la omnipresencia de los conceptos manejados en los medios de comunicación masiva soy demasiado conciente del poder enjuiciador de los demás, que para mí es la simple expresión de la crueldad y la estigmatización. Sin embargo siempre me ha parecido más atractivo el papel del poderoso y el enjuiciador y sé que todo mundo quiere serlo. Todos quieren serlo menos los que saben que no lo pueden ser nunca, que son los que enjuician a los que quieren serlo, inclusive censuran sus deseos inconcientes de querer serlo, los censuran lo suficiente como para no manifestarlos.
Me he vuelto cada vez más temerosa del mundo y he encontrado radical la comodidad de la intimidad. La busco a toda costa y la he encontrado en lo que me parece el mejor invento: el Internet.
Mientras navego en la red, estoy sola generalmente. Tengo la confianza y la libertad para satisfacer mis necesidades físicas en el momento en el que estas aparezcan. La posición física, mi aspecto, mi olor, entre otras aspectos de mi presentación física se vuelven una preocupación de segunda importancia. Mi autocensura se vuelve mucho más flexible ya que puedo acceder al mundo anónimamente, y aproximarme cuánto y cómo quiera, sin inhibición alguna.
Mi intimidad se volvió un fenómeno de información almacenada en medios intangibles. Mi intimidad se ha vuelto de acceso público sin embargo está protegida por los filtros de la clasificación de información contenida. Por ende mi comunicación con los demás se purifica porque existen los filtros conceptúales que comparto con mis similares. por lo tanto las personas interesadas en conceptos similares a mis conceptos de interés pueden acceder a mi información de manera ágil y rápida gracias a las herramientas de clasificación de los distintos intereses que existen en el ciberespacio.
Mis juicios personales los publico pero no existe una jerarquía dentro de esta realidad virtual que los haga más poderosos que otros, Gracias a lo extendido del Internet puedo encontrar a mis similares con mayor facilidad y también puedo cuantificar la presencia de mi dominación en el mundo. Puedo concluir así algunas nociones más claras de mi propia identidad. Valoro más mi identidad y me vuelvo cada vez más incapaz de juzgar a los otros ya que tengo el acceso a las otras ideologías porque toda la información está dada y no hay filtros elitistas que me priven de ella. He perdido el miedo a lo diferente porque puedo acceder a la información de manera anónima y lo diferente puede dejar de ser lo desconocido.
He aprendido a descifrar los esquemas lógicos que rigen a la comunicación electrónica, como los de cualquier otra comunicación, me he vuelto buena comunicadora de información electrónica.
Es muy difícil perder la congruencia con el mundo real, simplemente es una nueva herramienta que te ayuda a romper, de otra manera, la hermética realidad. Gracias al Internet, tengo una comprensión más ágil y rápida los distintos fenómenos que existen en la vida, incluyendo a las personalidades de las demás personas.
En este enfrentamiento con el mundo se tiene que tener muy presente que hay muchos y diversos filtros epistemológicos. Aunque creo que es casi imposible ignorar estos filtros porque uno se enfrenta a la realidad a través de un objeto inanimado (la computadora) que está emitiendo información sobre la realidad dentro de una estética en su mayoría bidimensional (la pantalla) exceptuando una realidad abstracta tridimensional la emisión de sonido a través de las bocinas.
El Internet es un fenómeno social que ha afectado las relaciones interpersonales como también las intrapersonales. Es muy importante considerar que el individuo ahora se está relacionando con el mundo juntando dos realidades simultaneas, la vivencial y la virtual.
Mi honestidad se puede manifestar de manera bastante pura, y mi comunicación con las demás personas puede llegar a ser lo suficientemente buena. Es bastante probable que cuando me conecto al Internet elija ser realmente quien soy porque no estoy cohibida con la amenazante presencia de otro individuo enjuiciador.
Gracias a la democracia y accesibilidad en la emisión de información al infinito público del Internet, la añoranza de la actitud impositiva se puede volver una posibilidad muy factible y cada quien puede emitir o publicar su personalidad. El tener esa posibilidad me ha liberado de mis ansiosos deseos de imponerme. Además si éstas emisiones si son respondidas y retroalimentadas puede ser cuantificable la influencia de mis publicaciones y puedo valuar legítimamente la influencia que tengo sobre el mundo virtual y así estar más conciente de esta forma la actitud.
Por eso concluyo, que mi actitud es la mera conciencia de todo lo imponente y la conciencia de mis deseos por imponer, sin embargo acepto mis formas sumisas. Mi actitud consta de ser ambivalente ante todo. Imponerme en el espacio electrónico simplemente para estar ahí, teniendo y declarando conciente que puedo o no imponer, pero sí aceptando que deseo imponerme, sin embargo también aceptando lo contrario. Mi actitud hacia mi contemporaneidad es la aceptación renuente u optimista sobre todas las influencias impuestas por los medios de comunicación, formando o no parte del mundo, abstrayéndome o incluyéndome dentro de los esquemas sociales, anónima o identificablemente. Todo es sí o no, pero también es sí y no al mismo tiempo.